viernes, 24 de mayo de 2013

EL CASTILLO Y EL RIO PISUERGA EN AGUILAR

Esta mañana del todavía gélido mayo madrugo para subir al castillo y seguir por la pétrea atalaya hasta la presa del pantano. Al fondo norte están cerca las nieves del Valdecebollas, encima de Brañosera. Más a la izquierda, a casi cien kilómetros la dura montaña palentina, la que ya se toca con los Picos de Europa. Peña Prieta (2538), porque sé que está, pero son Curavacas y Espigüete, un poco más modestos en altura,  los que no le envidian en la esbeltez de sus figuras.  A mí, el imán de la montaña ya me llama de nuevo. Pero también hay otras obligaciones.
 
Castillo milenario, vigía omnipresente  en la foto de Aguilar
Desde 1972 vengo por estas tierras castellanas. Su naturaleza y sus paisanos me gustan. Su historia es amplia y grande, hasta para perderse en ella. Como lo hago en sus montes, donde qué bueno es perderse, porque no me parece que haya peligros. Ni siquiera el oso, ese que ya dio el nombre al primer Ayuntamiento de España (año 887).
 
Pantano de Aguilar, hoy al 91,09% de su capacidad, con el Valdecebollas (2139) nevado

Sistema para oxigenar al agua para beneficio de las truchas
El río Pisuerga es más grande y más viejo que el Castillo. Ya en el s.I los romanos hicieron una "autopista" por aquí. De Portus Blendium (Suances) a Pisurica (Herrera de Pisuerga). Y en este lugar, el río quedó preñado en 1955, con capacidad para almacenar 247 Hm. de  agua, de la que hoy disfruto con la vista de su 91,09% tras el último largo y duro invierno.  Nada menos que 225 Hm, cuando hace  un año almacenaba  sólo el 30%, 74 Hm. 

Los chopos y el Pisuerga desde siempre, el Castillo y el Puente Mayor desde hace siglos
Hay varias cómodas rutas para hacer a pie o en bicicleta. Y para ir gradualmente subiendo los objetivos de cada cual. Este caminante, que conoce muchas, no tiene duda de que le faltan muchas. Con monte y con rio, con románico y con arte, sólo o acompañado.  Y ahora, que haciendo suyas las palabras del poeta, también puede decir lo de "mi vaso es pequeño pero bebo en mi vaso",  espera volver a Las Tuerces, que ya le maravillaron hace más de cuatro décadas. Todo ello es casi siempre un beneficio para el caminante y el deportista. Hay hasta un carril bici, que llega a Brañosera, a 24 kilómetros. Y los más esforzados, lo pedalean hasta Golobar, a 1.650 metros de altura. 

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