Me estreno en autocaravana.
Un fin de semana muy diferente. De aitite y en familia.
Marieta
con su sus 25 vecinos de vereda.
El Parque Natural de Garaio,
ese
acertado aprovechamiento de las aguas del Zadorra, con un certamen
internacional de cometas, nos entretiene un buen rato. Agurain siempre
monumental y el puerto de Opacua.
Y aquí parada. Para buscar
setas. Pero me reencuentro metros arriba con el Arrigorista, esa cima
que vigila la gran llanada alavesa, que no la pisaba desde el 28.10.90
con mi entonces quinceañero hijo Zigor. Regreso a la casa andante con un
vaso de plástico lleno de manzanillas y las Salomón casi empapadas. La
tarde amenaza lluvia pero no dispara. En el frondoso bosque de hayas
nadie diría que estamos en un verano y otoño de preocupante sequía.
¡Goti, hoy no cenamos setas!
Dulce y yo no conocíamos Las Amescoas.
Nos instalamos en Bakedao,
uno de los siete concejos de Ameskoa Baja.
Las nietas se adaptan a todo.
El nacedero del río Urederra
es un vergel inmenso de bosque vivo
y aguas abundantes y cristalinas,
que han dibujado la garganta a su capricho.
Hemos disfrutado de un paseo de dos largas horas y siete kilómetros,
como
quien dice al lado de casa, pero como si estuvieramos en los confines
de los grandes reportajes que nos enseña National Geografic.
¡No sabemos lo que tenemos en Euskalherria!
Urbasa es mucho Urbasa.
Parque natural desde .. siempre.!
Las hayas, las campas, el pastoreo, la humedad...
me
gusta todo. Como las imágenes inundan la mente más que las palabras,
dejo unas pinceladas de estos dos días de las muchas que permanecerán en
mi cerebro. Milla esker.
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