martes, 14 de abril de 2015

PEÑISMAR - ALCOSSEBRE (I+V 45 kms)

Desde hace ya varios lustros que para mí, el día del cumpleaños vuelve a ser un nuevo reto para demostrarme la fortaleza física y mental. Y programo el día con un esfuerzo extraordinario en el trabajo o deporte, muy lejos de las "celebraciones" a que nos empuja la sociedad enferma del consumo.


Pillándome en el Mediterráneo, vuelvo a una prueba de duatlón por la costa castellonense. Basta la veterana bicicleta Peugeot  francesa de hacia 1970, toda una antigüedad, y cualquier ropa cómoda para andar.

Quizás porque mi subconsciente sabía en el sueño nocturno que hoy tenía que celebrar además el 84 día de la República, he soñado que ya llegaba democráticamente la Tercera República Española, y al mismo tiempo la Euskalherria Errepublika para el Pueblo Vasco, por fin unido en Estado con sus Siete Herrialdes. ¡Qué pena... sólo ha sido un sueño!






Los neologismos lo llaman duatlón. Yo simplemente he cogido mi veterana bici para ir en la mañana hasta Alcossebre. Y, si pincho o en las cuestas y tramos más pedregosos, tiraré de zapatillas y arrastrarré la Peugeot a mi derecha.





Antes de la Torre Badún ya camino a pie un rato. Y al encontrarme en este hoy monumento a una pareja de montañeros vascos, con los que coincidí un poco anteayer en la Sierra, sigo a pie con ellos en distendida charla, bajando el cimentado "puerto"  primero y continuando hasta el Cuartel de Pebret después, donde nos despedimos.







Las playas del Russo, de Pebret y  de Irta, las calas Argilaga y de la Cabañita van quedando a mi izquierda, siempre a tiro de piedra. No está el agua para baños, pero sí para algún solitario con coche al lado en ellas. Después la Urbanización Prestige, una sorpresa que descubrí hace una década en mi anterior duatlón, junto al mar y sin acceso asfaltado que se mantiene fantasmalmente, me dice que ya estoy cerca de Alcossebre.







En el camino, como en la vuelta, me cruzo con algunos ciclistas en sus modernas MB y con trajes de Spiderman que les hace irreconocibles y difíciles de saludar. Ellos quizás me consideren un viejo cavernícola con su troncociclo. Esta mañana los todoterrenos y turismos apenas me estorban, por ser pocos y a velocidad moderada.  Y eso me parece mejor que prohibir su paso. Que algunos ciclistas y caminantes no somos  exigentes y sabemos compartir el camino, que debe ser para todos.









 Al ver la hora en la Playa de Acossebre, las 12,40 h., consecuencia de una ruta muy distendida, disfrutando del paisaje marino, humano y montañero, me propongo un  regreso más rápido. En una hora y 50 minutos llego puntual a comer a casa. Para mí, todo un récord teniendo que echar cinco veces pie a tierra para fotos y por cuesta, los difíciles 22,5 kms.  Es evidente que ésta no es mi disciplina deportiva habitual... y que tampoco pretendo competir en ella.















No diré los años en los que hoy entro, que el seguidor habitual los sabrá fácil, pero sí que me quedan muchas jornadas como ésta y la de anteayer antes del próximo Día de la República.

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