miércoles, 23 de septiembre de 2015

PASEO POR LA SIERRA DE IRTA (496) Y SAN ANTONIO, 35 kms.


Playa, paseo, tele, cartas y cotilleo es el cóctel habitual de las vacaciones en Peñíscola. Mi creatividad e inquietudes sólo me permiten practicar los dos primeros, buscando en la montaña, naturaleza y cultura. Y la Sierra de Irta es el escape más fácil y cercano.


Siempre puedo buscar y encontrar tramos y lugares nuevos. Hoy el acercamiento con la bicicleta, que con el regreso me quitan de andar 20 kms.


Calles anchas y en total abandono. Farolas sin luz. Es parte de la barbarie urbanística abandonada que hay que soportar en el acercamiento...




... donde esta  aparentemente terminada y vacía urbanización, es la "guinda" más negra de la zona. La llaman Nicholandia




Este pozo con agua es una excepción  en la Sierra






En muchos paseos por esta sierra, hace tiempo que no veía a nadie trabajando el campo




Tras el primer atajo, dentro del Camino de coches, esta vez lo cruzo y me dirijo hacia el SO en busca de una ruta que  desconozco...






... aunque este hito gigante ya lo tenía controlado.



 


Desde la estrecha y pedregosa senda, diviso a mi izquierda en pronunciada ladera esta "casete de volta", a la que me dirijo, estudio y retrato. ¡Qué maravilla de construcción a mano, sin argamasa, en dificilísimo lugar... que dura casi intacta más de 500 años!

Esos moros, que poblaron estas tierras 800 años... y que nos dejaron una agricultura impresionante, que se ha abandonado y en la que a veces se "planta" un "mocordo" como esta urbanización Fontnova. 



Palmitos y pequeños robles  luchan por sobrevivir entre otras plantas más pinchantes y desagradables




Y en lo más alto de esta Sierra, cerca la Majada La Rabossa, caminos, sendas e indicadores


En el descenso, a las 12 h. llego a la ermita de San Antonio.


Pero antes, en lo más alto, he alcanzado a una muchachada en e una excursión lectiva.




Los orígenes de la hoy blanca, visible desde lejos, renovada y hasta con carretera, ermita de San Antonio (350), son estas dos eremitorios del s XII.  
  

Soy de los pocos que sabe lo del agua de este aljibe delante de la "moderna" ermita  y se atreve a echar un trago


Son las 13 h. cuando en regreso paro a retratar esta hornacina de San Antonio, ya abajo y cerca de la Urbanización Nerea


La excepción y la alegría de hoy en la montaña, en la que no encuentro a ningún caminante, me la dan una muchachada de 88 chicas/os catorceañeros, que con 8 de sus profesores han llegado desde Vinaros en una jornada lectiva sobre la naturaleza y hacen a pie el recorrido de la Sierra desde Santa Magdalena de Pulpis a San Antonio y regreso. Los alcanzo a mediodía en lo más alto, cuando van a descender hacia el Castillo de Pulpis.

Y al llegar a la ermita, al acortar recorrido y practicar escalada a pelo, una rubia de buen ver (Elisa 53), acude en mi ayuda cuando me cree con dificultades al trepar una alta pared. Después bajaré con ella y su compañero (Eduar 54) en interesante y coincidente charla,  por el camino más ancho y habitual, hasta mi bicicleta. "Yo de Zaragoza y él de Barcelona... y somos compatibles". En las ermitas y en la montaña siempre encuentro buena gente, charlo y coincidimos mucho.


"A las dos estate puntual, tenemos comida con Ana y Félix", me lo ha recordado mi compañera. Llego a las 13,30 h. Aún me queda tiempo para ducharme... y  ser puntual.


Conclusión de esta mañana en la naturaleza: No veo a nadie voluntariamente en la montaña y más de mil en la playa. Es lo que hay un día soleado cualquiera en Peñiscola... y en el planeta Tierra. Cada día me es más fácil explicar que los seres humanos somos unos rebaños con unos pastores que nos dominan, nos roban la leche, la lana y los corderos... y dos pastores más, jefes de los pastores, uno moreno en Wasingthon y otro blanco en Vaticano, que les dirigen. La excepción, pataleta de unos pocos que se rebelan, confirma más aún mi pensamiento. ¡Pero seguiremos así... incrementando nuestra "esclavitud"!













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