domingo, 24 de julio de 2016

DE PEÑISOLA AL CASTILLO DE PULPIS Y REGRESO (32 kms).

"LA MONTAÑA Y EL MAR - 24.7.16

Sierra de Irta, 20 kms. a pie en cinco horas por esta sierra milenaria de la costa mediterránea, sin agua ni bocado, 445 m. altitud máxima, de Peñiscola al Castillo de Pulpis y regreso por la misma ruta, la de la ermita de Sant Antoni. De 9,30 a 14,30 h. Sol y calor. Me cruzo con seis pedestres y tres ciclistas. Cuento/veo a nueve "montañeros" (conmigo 10).

Playas de Alcossebre, Peñiscola y Benicarló. Es la misma milenaria sierra, pero en su parte costera, poco más des 20 kms. Me dicen que han estado más de 10.000 personas (sólo una pequeña diferencia, de tres ceros más). No las han contado. ¡A mí que no me cuenten!

Y yo pregunto... quién me rebate que los humanos no somos rebaño?"



El facebook, en éste como en muchos de mis escritos en los blogs, lo uso como "aperitivo" del texto  más ampliado y permanente posterior.

Mis cortas pero numerosas estancias vacacionales en la costa mediterránea, nunca olvidan mis salidas/exursiones/entrenamientos a la montaña y/o a la "aventura" de andar los caminos.  Casi todo a pie,  aunque a veces ayudado para el acercamiento con una veterana bicicleta de los años sesenta (ahora lo llaman duatlon), en el automóvil de casa y en trasporte público  si la salida es de largo recorrido/sin regreso/ regreso diferido días después.

Hace  tres meses, mi "aventura" me llevó a Girona, para hacer a pie mi 31 Camino Diferente (dentro de mi proyecto 55 Caminos). Es mi "droga"  peregrina. Esta vez, cuando aún casi no me he repuesto del todo de mi reciente Camino Podiense (805 kms. de Le Pui a Saint Jean Pied de Porte, atravesando Francia, en 19 etapas), he mirado, buscado y ansiado nuevos Caminos en  País Valenciano-Aragón-Castilla, que aún no estén en mi "mochila". El calor, la mínima infraestructura en ellos, la familia y la  dificultad y tardanza en el acercamiento a sus puntos de salida, me han llevado a la prudencia... de la que también me queda algo.


La agricultura que  dejaron los "moros" hace seis siglos, aquí aún  es evidente en sus numerosas terrazas en las laderas
Y voy con lo de hoy. Duatlon. En bicicleta, 8 kms. Andando por el paseo playero, 4 kms. para acompañar a mi compañera (con la bici al lado) y tomar el único café mañanero con ella. Los 20 kms. restantes, de montaña: pista hasta Sant Antoni, sendas de tierra y piedra el resto.


El vértice geodésico 253 (445 msnv.) no es el punto más alto de la Sierra, que se encuentra encima de Alcossebre, a casi dos horas más al sur, con unos 90 metros más de altitud.
Los tres ciclistas, en horarios y rutas diferentes y de manera solitaria, treintañeros, con los que comparto algunos minutos de charla, superan los 40 kms. en sus plevisiones del día, con buenas bicis de montaña. Los tres "grupos" de pedestres vienen desde Santa Magdalena de Pulpis, al menos hasta Sant Antoni y regreso, ambicioso y nada fácil ni corto recorrido. Matrimonio con hija, un chaval solitario y otros dos treintañeros. Los únicos que hoy veo en toda la Sierra (y charlo con todos), dos mujeres y siete hombres, están entre los 26 y los 55 años. Una vez más,  este veterano correcaminos, parece  el único abuelo que se ha escapado del rebaño de las playas.

El Castillo de Pulpis está en la ladera NO de la Sierra de Irta, desde  la que no se ve el mar. Hay que bajar 800 metros desde el collado de La Rabosa. Abajo, Santa Magdalena de Pulpis.

De la ermita peñiscolana en la ladera de la montaña, a unos seis/siete kilómetros de la península amurallada, cuyos inicios nos llevan  a un eremitorio del s.XII, que tantas veces he visitado, esta vez me sorprende negativamente que han quitado del pozo/aljibe la soga y el cubo de plástico que nos permitía echar el trago de agua necesario a los naturalistas como yo.

En la hoy Ermita de San Antonio, ha habido muchas"obras" en nueve siglos. Actualmente, los peñiscolanos celebran su romería anual el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, pero su asistencia es mayoritariamente en automóviles... y la paella y el vino es gratis. ¡Qué pena!

En el Castillo de Pulpis, por contra, la sorpresa es agradable. La última vez que lo visité, ya hace mayor tiempo, realizaban obras de reforma en piedra y madera. Hoy compruebo que las han terminado y me gusta la pequeña restauración en sus ruinas, que no rompen ni desentonan en sus conjunto y además dan la sensación de seguridad de no desprendimientos. ¡Una de arena... y otra de cal en mi calurosa marcha mañanera!