miércoles, 15 de marzo de 2017

COSTUMBRES MILENARIAS RECUPERADAS (LA VIJANERA)

Cantabria (España)... LA VIJANERA.

Avelino Molina González, estudiado y viajero, geólogo y minero de los de chaquetilla, cántabro de origen y palentino de bocado... y más cosas, lleva más de tres décadas trabando altruistamente en la recuperación de costumbres milenarias de su comarca junto al monte Jano.

Foto del perfil de Avelino Molina Gonzalez, No hay texto alternativo automático disponible.

Tengo delante un artículo suyo y de Angel Velez, del 6.01.1988... "Las raíces de la Vijanera de Salió" en el Diario Alerta. Pero de todo lo periodísticamente encontrado, me inclino por transcribir  el suyo del domingo 2.01.2000, también en Alerta... Ya está aquí la Vijanera.

"A la sombra del mítico pico Jano y como mandan los ancestros en nuestro valle de Iguña, saldrá de nuevo la Vijanera con su explosión de sones y colorido a campear plazas y  callejas por el pueblo de Silió.

La comitiva se pone en escena con el variopinto cortejo de personajes todos relacionados en su ambiente natural: el silvestre, agrario, animal, mítico...

La naturaleza está sobrada en especies arbóreas y arbustivas en el monte de Canales, uno de los parajes naturales en robles y hayas más importantes de Cantabria. De igual modo, los personajes de la Vijanera han salido de esas entrañas revestidos con hojarasca, ramas, cortezas, maleza, hierbas, etc. Como los de los traperos, musgosos, hiedras, helechos, garabitas, erizos de castañas...

Bajando del monte y entrando en el pueblo, asentado en las terrazas que orilla el río Erecia, se encuentran los huertos y tierras más fértiles, donde aparecen toda clase de sembrados, como patatas, alubias, maíz, berzas, ajos, cebollas, etc., productos todos, que una vez beneficiados, con el resto de los mismos se visten  otra serie de personajes amorfos, utilizando peladuras de berza, de repollo, cáscaras de alubia, pelas de panoja de maíz, etc.

De la caza en los montes cercanos y de los rebaños de ganado abundantes en los caseríos del concejo, saldrán toda clase de curtidos, pieles de jabalí, corzo, tasugo, venado, oveja, cabrito, conejo, etc, que cubrirán los cuerpos de los zarramacos, zorrocuelos, del oso, mono, etc.

Metidos en sacos y guardados en los desvanes, se encuentran los ropajes en desuso (lo roto, lo viejo, lo pasado de moda) que se despolvoreará el día festivo, dando vida a los andrajosos traperos, los viejos, la Pepona, los gigantes, los gitanos,  etc. Y del arcón, bien doblados y almidonados, saldrán una vez al año las ropas más galanas, las más ricas, las puntillas y galones, las joyas y levitas, pavoneados  y remilgados por la madama y  mancebo, los marqueses, los condes y los militares.

Los misterios del más allá no nos abandonan, se encuentran en cada esquina, detrás o debajo de un carro, esquilados en una quima, tras de bocarones, encima de milañeras..., son los mascarrones diabólicos del diablo, la bruja, el ojancano, la jáncana.

De la fragua del lugar, templados y encobrados a golpe de mazo, por el sabio puño del campanero, saldrán las voces de los grandes campanos: los de feria, de muda, de dos celemines, los de la Vijanera, que colgarán de los zarramacos amarrados por sogas y sobeos, con la destreza del atador.
La garauja menor, toma en este día  el auge de otros tiempos pasados, donde estos montes iguñeses eran los máximos productores de madera para Castilla. Como complemento a las vestiduras de los Vijaneros, cada cual lleva su palo de acuerdo con su cometido. Palos pintos con vejigas y cinterío de los traperos, el palanco del pasiego, la cachava y picaya de los viejos, los bastones de mancebos y señoritos, la aijá del saquero y la cachiporra o porro (bastón de dominio y mando) del amo del oso y de los zarramacos.



Ya tenemos vestidos y puestos en escena a los vijaneros, ni siquiera las inclemencias del tiempo pararán su brío, pues como dice el viejo lema: "Haga frío o calor, la Vijanera siempre salió".

El ensordecedor sonido de los campanos encobrados, movidos a toque de cintura y pecho por los forzudos zamarrancos, los soplidos a tono templado del bígaro del danzarín y el trapero blanco, los ijujús pronunciados por el saquero, ante el buen aguinaldo recogido, la algarabía de la chiquillería ante los soplidos y gruñidos del fiero oso (reducidos a porrazos por el amo), las chiflas y rechiflas que reciben la madama y el mancebo, aumentados en silbidos ante el paso de la preñá, las rosas ante el movimiento picarón de la Pepona, las cómicas columbetas del mono ante la voz de su  húngaro, el tañido chirriante del rabel coplero..., sonidos, movimientos, coloridos, todo envuelto en un amasijo, componen la estampa añeja, una vez más, de las viejas mascaradas de lucha-rurales de invierno.

Se pondrá en balanza de juicio la lucha entre el bien y el mal, lo nuevo y lo viejo, lo blanco y lo negro, la verdad y la mentira; tratando de asentar en la historia una porción de tiempo comprendida en 365 días, rubricado por la sentencia de las coplas que los vijaneros cantan a una, como en Fuenteovejuna.

La comparsa o comedieta del año viene a colmar el aplauso, tanto del lugareño como del visitante, que apelmazados ante el templete de la plaza, no pierden ripio ante las escenas del doctor y sus ayudantes, operando con instrumentos rústicos a una preñá. Del jaco galaano y membrillo que monta el político de turno, guiando la eterna pasá, etc. Escenas sacadas de la vida real, que con una interpretación irónica y jocosa hacen de la fiesta uno de los momentos más picantes y concurridos.



Al final de la contienda, todos se unen a la fiesta: vijaneros, lugareños y visitantes, todos sentados ante el pucharón a rebosar del cocido montañés, que con el sabroso arroz con leche como postre, se pone el punto final a la Vijanera.

El miércoles, 15 de marzo 2017, Avelino da una conferencia en la Biblioteca Central de Santander sobre La Vijanera. Casi hora y media hablando y en preguntas y 150 personas escuchándole, demuestran que lo está haciendo bien. Mi ocupada agenda, no me permite asistir. Pero al día siguiente, él, fiel como siempre a su paseo mañanero por la ribera del Pisuerga en Aguilar de Campóo; y yo,  como visitante interesado. nos reencontramos en la naturaleza que ambos vivimos intensamente.  Me pone al día.


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