martes, 25 de julio de 2017

AL CURAVACAS (2520) UNA VEZ MAS

Entre 1990/95 anduve muy activo en la montaña. Con mi hijo Zigor Egia hollamos muchas cimas de Euskalherria, Pirineos, Picos de Europa, Montaña Palentina... y allende las fronteras. Curavacas y Espiguete también. Este amanecer el tiempo me llamaba al gigante palentino. Los 105 kms. sólo en coche han sido lo más duro. El resto, un paseo... pero no debo pecar de "vender" imprudencias. Es un monte serio. A las 11,30 lo he coronado sólo... por sexta vez. Parte del ascenso lo he hecho con una "familia" de cerca de Guardo. A Fernando (53), Sergio (20), Héctor (15), Guillermo (16) y Nicolás (14) los he dejado en la cima. Mi enhorabuena a los cinco.

En mis últimas excursiones/incursiones de este año a la Montaña Pañentina ya me hervía la sangre por volver a hollar el Espigüete y el Curavacas. Su simbolismo y las veces que los he coronado, me siguen atrayendo sobre todo el resto palentino.

He buscado infructuosamente compañero/a. Hasta ayer a la noche. Nadie parece atreverse. Lo que no sé es si me tienen miedo a mí o a la montaña. Y este amanecer, he virado el rumbo... de otro más fácil.

El viaje en solitario desde Aguilar de Campóo ha sido lo más aburrido. Hacia las 8 h. lo he retratado de lejos.

La subida y bajada son muy tortuosas, que no muy peligrosas. Esa interminable pedrera... Pero, mucho cuidado al bajar la primera parte, muy verticalizada y con las piedras sueltas...

Esta camiseta no la pude usar en Himalaya en 2013... yo me quedé en puertas. Pero al menos he subido con ella otros dosmiles, como el más alto de Palencia de hoy (disculpas, Peña Prieta).

El agua es siempre fuente de vida... y en la montaña la necesitamos casi como el oxígeno. Tres horas de ascenso, media hora de cima, dos y media de descenso... he contado/me he cruzado con 17, que supuestamente han hecho cima hoy en el Curavacas. Mi abrazo montañero y enhorabuena a todas/os.

La crónica puede ser más larga, pero el tiempo me apremia. Bilbao me espera. Setenta fotos quedan en mi amplio archivo. Pero cualquier muestra, aunque parezca valer... nunca está a la altura de las sensaciones que se viven en el lugar y en el momento. Me quedan muchos lugares y momentos, muchas sensaciones por vivir en la Montaña Palentina.

El 25.07.1954 murió ahogado en el río Nervión, en Amurrio, mi hermano Germán (17 años). Acababa de bajar a pie de la fiesta del monte Txarlazo en Orduña.  Desde el Curavacas, 63 años después, le he "dado" un abrazo. 

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